El me pregunto con la mirada yo le respondí con mi sonrisa. El me acaricio y yo le respondí con un beso.
Poco a poco fuimos conversando con un lenguaje de signos y muestras de amor que solo los dos conocíamos ,que solo nosotros podíamos interpretar y disfrutar.
A lo largo del tiempo ese juego de niños, de enamorados se fue convirtiendo en un juego de adolescentes, de adultos donde crecían los sentimientos y disminuía la ropa y donde lo único importante eran ellos dos.
En esas noches locas, pasionales y tiernas fuimos aprendiendo cada recoveco de nuestro cuerpo.
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